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NUESTRO DERECHO A LA FELICIDAD

Del número de enero de 2008 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuántas veces le han preguntado "¿Eres feliz?" A mí me han hecho esta pregunta tantas veces, que he aprendido que existe una sola respuesta: "¡Claro que sí, soy muy feliz!"

Me sorprendió mucho descubrir que algunas personas no pueden aceptar que seamos felices o que estemos satisfechos con la vida. Tal vez sea porque nuestro pensamiento ha sido condicionado a aceptar que la falta de felicidad, la depresión y la tragedia tienen tanto peso como la felicidad y la alegría. No obstante, esta manera de pensar, que la Ciencia Cristiana Christian Science denomina mente mortal, está totalmente equivocada.

Razonamos acertadamente cuando, como el Apóstol Pablo, reconocemos que tenemos "la mente de Cristo", 1 Corintios 2:16. la cual nunca es infeliz. El constante reconocimiento de que la Mente divina única tiene el control sobre todos los aspectos de la creación, abre nuestra receptividad a la alegría propia de nuestro ser espiritual y verdadero. Ese influjo de verdadera felicidad inevitablemente ahoga la carnalidad de la mente mortal y la desdicha que se impone a sí misma. Ceder el pensamiento a la "mente de Cristo" —declarando nuestro derecho divino de sentirnos Ilenos de alegría— acalla la tal Ilamada mente mortal y sus falsas creencias de desaliento y tristeza.

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